La causa...
Entre al salón, estaba lleno de rostros desconocidos y yo como casi siempre deprimido, no le hablaba a nadie en el que en esos momentos era mi salón, solo a un viejo amigo que por causas que no recuerdo ese día no se encontraba, era hora de comenzar la clase creo era de física y en lo que llegaba el maestro saque mi navajita de cuter y me corte la yema del pulgar.
Entro el esperado profesor y comenzó con la clase, intentaba concentrarme en ella y pues nada extraño paso, se termino media hora antes que la siguiente, abrí un libro cuidando de no ensuciarlo para entretenerme en ese intermedio, así estaba cuando me saluda Claudia (era la primera vez que hablábamos aunque ya habia pasado medio semestre) y me pide un cigarro, al dárselo me pregunto -¿Estas bien?- yo respondí –Si gracias- al pensar que era mera cortesía, seguía en lo mío, de pronto se paro otro compañero y lo mismo aunque este venia con una amigo y otra vez la misma pregunta, el de la butaca de al lado se levanta y me pregunta –¿Quieres algo?- tercera vez que lo preguntan -No gracias- y fue cuando comencé a sospechar (claro como siempre tarde) que algo se tramaban.
Así que me dispuse descubrirlo u al menos intuirlo, era sabido que les era extrañoy hasta pensé que ese dia querían entablar platica y me propuse ser más cordial con la próxima persona y echo, otro compañerito se levanto y me pregunto como se llamaba el libro y sin falta el -¿Estas bien?- uhm ... –Si, ¿cómo te llamas?- y claro me dijo su nombre y al ver que no congeniábamos pues corte su platica y seguía leyendo; Claudia volvió y me pregunto -¿Quieres ir a la enfermería?- y era la ultima pregunta que me esperaba -NO, ¿Para que iría?-.
Claro mi respuesta no le convenció y fue por Priscila (ella era en ese entonces con quien casi siempre me la pasaba y algunas veces me había acompañado al salón) luego me entere que no se conocían, pero supongo le contó lo que me estaba pasando, así que Priscila subió con ella al salón y al verme lo primero que me dijo fue -¡Eres un pendejo!- y claro un –Gracias, también te quiero- con el mayor sarcasmo que podía salió de mi.
Me empezaba a regañar y no le entendía nada, hasta que me pregunto -¿Ya viste tu gracia?- por fin me dirían -¿Cual?- señalo abajo de mi butaca y pues hay estaba un charquito de sangre que había corrido de mi pulgar, no me di cuenta que me corte profundo, todo se aclaro, yo al drede había intentado no usar la mano izquierda por que me dolía así que la deje colgar y poco a poco se formo, pero como explicarles que eso me hacia deprimirme menos, no pensé que se dieran cuenta.
Priscila saco un espejo de su mochila y casi gritándome un –Mírate- y estaba pálido pálido, me quede convencido que era hora de ir a por un curita y algo de alcohol pero hubo un problema técnico, por que según yo no pasaba nada y menso de mi que al intentar levantarme pues no pude, caí sobre el asiento al intentarlo ya estaba bien mareado, el segundo intento tuvo mayor éxito y me fui rumbo a la cafetería.
Esa según investigue fue la causa por la que me llamaron, ah pero mi extrañeza es que pasaron como 3 meses, ya se me había olvidado.
Entro el esperado profesor y comenzó con la clase, intentaba concentrarme en ella y pues nada extraño paso, se termino media hora antes que la siguiente, abrí un libro cuidando de no ensuciarlo para entretenerme en ese intermedio, así estaba cuando me saluda Claudia (era la primera vez que hablábamos aunque ya habia pasado medio semestre) y me pide un cigarro, al dárselo me pregunto -¿Estas bien?- yo respondí –Si gracias- al pensar que era mera cortesía, seguía en lo mío, de pronto se paro otro compañero y lo mismo aunque este venia con una amigo y otra vez la misma pregunta, el de la butaca de al lado se levanta y me pregunta –¿Quieres algo?- tercera vez que lo preguntan -No gracias- y fue cuando comencé a sospechar (claro como siempre tarde) que algo se tramaban.
Así que me dispuse descubrirlo u al menos intuirlo, era sabido que les era extrañoy hasta pensé que ese dia querían entablar platica y me propuse ser más cordial con la próxima persona y echo, otro compañerito se levanto y me pregunto como se llamaba el libro y sin falta el -¿Estas bien?- uhm ... –Si, ¿cómo te llamas?- y claro me dijo su nombre y al ver que no congeniábamos pues corte su platica y seguía leyendo; Claudia volvió y me pregunto -¿Quieres ir a la enfermería?- y era la ultima pregunta que me esperaba -NO, ¿Para que iría?-.
Claro mi respuesta no le convenció y fue por Priscila (ella era en ese entonces con quien casi siempre me la pasaba y algunas veces me había acompañado al salón) luego me entere que no se conocían, pero supongo le contó lo que me estaba pasando, así que Priscila subió con ella al salón y al verme lo primero que me dijo fue -¡Eres un pendejo!- y claro un –Gracias, también te quiero- con el mayor sarcasmo que podía salió de mi.
Me empezaba a regañar y no le entendía nada, hasta que me pregunto -¿Ya viste tu gracia?- por fin me dirían -¿Cual?- señalo abajo de mi butaca y pues hay estaba un charquito de sangre que había corrido de mi pulgar, no me di cuenta que me corte profundo, todo se aclaro, yo al drede había intentado no usar la mano izquierda por que me dolía así que la deje colgar y poco a poco se formo, pero como explicarles que eso me hacia deprimirme menos, no pensé que se dieran cuenta.
Priscila saco un espejo de su mochila y casi gritándome un –Mírate- y estaba pálido pálido, me quede convencido que era hora de ir a por un curita y algo de alcohol pero hubo un problema técnico, por que según yo no pasaba nada y menso de mi que al intentar levantarme pues no pude, caí sobre el asiento al intentarlo ya estaba bien mareado, el segundo intento tuvo mayor éxito y me fui rumbo a la cafetería.
Esa según investigue fue la causa por la que me llamaron, ah pero mi extrañeza es que pasaron como 3 meses, ya se me había olvidado.
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